Según el Indicador Sintético de Actividad de Andalucía del Observatorio Económico de Andalucía, la economía andaluza experimentó un crecimiento intertrimestral del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,2% en el cuarto trimestre de 2022, mismo crecimiento que el estimado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) para el PIB español. Con esta tasa, el crecimiento interanual del indicador estimado para el cuarto trimestre de 2022 es del 2,1%, seis décimas inferior al estimado en la Contabilidad Nacional Trimestral del INE para España. Con estos datos, la economía andaluza cierra 2022 con un crecimiento medio del 5,2%, cuatro décimas inferior al de 2021 y tres menos que la media nacional.

Durante el cuarto trimestre de 2022, el crecimiento económico andaluz ha mantenido el ritmo ya mos-trado en el tercer trimestre, confirmando la significativa moderación del trimestre anterior. Este leve crecimiento es consecuencia, principalmente, de una aportación negativa del consumo de las familias y del comercio exterior de bienes y servicios, que cae, mientras que en el conjunto de España la de-manda externa sí tuvo una aportación positiva.

Se observa que el consumo de las familias es el componente de la demanda agregada que peor com-portamiento experimenta durante la fase final del año recién terminado. Este comportamiento podría explicarse por la continua erosión de los ingresos en términos reales como consecuencia de la aún elevada inflación y por el agotamiento del efecto del desembolsamiento del ahorro, comentado en el informe anterior. No obstante, y a pesar de ello, la caída podría haber sido mayor si el mercado de trabajo hubiera mostrado un comportamiento negativo, cosa que aún no parece suceder, al menos, en la magnitud esperada por lo que parece que el buen comportamiento de la ocupación habría logrado sostener, en parte, la contracción del consumo de las familias.

Frente al consumo de las familias, otros componentes del cuadro macroeconómico andaluz parecen haber sostenido mejor de lo esperado el crecimiento. Concretamente, se puede destacar el aumento del gasto público, así como de la formación bruta de capital, componentes de la demanda que experimentan una evolución significativamente mejor en Andalucía que en el resto de España, salvo en lo referente a la construcción, afectada por el endurecimiento de las condiciones financieras de los últimos meses.

Inflación y salarios
La principal causa de la evolución negativa del consumo de las familias es la inflación. A pesar de la moderación de los precios desde el verano, el importante aumento de los precios en el último año ha erosionado la capacidad de gasto de las familias y de inversión de las empresas y ha endurecido las condiciones financieras. El moderado crecimiento de los salarios implicaría una reducción de la renta de los consumidores en términos reales superior al 5% de media para el año.

Sin embargo, y a pesar de lo anterior, no es menos cierto que tanto en España como en Andalucía, la evolución de los precios ha experimentado una moderación durante la segunda mitad de 2022, gracias a la corrección de los precios relativos de la energía y de ciertas materias primas. En consecuencia, la inflación en el mes de diciembre cayó hasta el 6,2%, frente al 9,2% del mes de septiembre.

En todo caso, desde diciembre se ha observado un cambio significativo en el patrón de la evolución de los precios. Mientras los productos energéticos han cedido su protagonismo, otros parecen haber recogido el testigo, como son principalmente los precios de alimentos elaborados, en concreto aceites y derivados lácteos, y de la hostelería. Además, el porcentaje de rúbricas del IPC que han crecido por encima del 2% ha aumentado en estos últimos meses, lo que no supone una buena noticia. La consecuencia inmediata no es solo una reducción en el ritmo de moderación de la inflación en el mes de diciembre y enero sino, además, un claro aumento de la inflación subyacente.

El mercado de trabajo
Durante el cuarto trimestre de 2022, el mercado de trabajo en Andalucía ha mantenido el buen tono que le ha caracterizado durante el año (si excluimos el sector agrario muy condicionado por la sequía), aunque con ciertos síntomas de agotamiento acompasando a la evolución de la actividad. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en términos intertrimestrales la ocupación se redujo en Andalucía un 0,6% frente al 0,4% nacional, descensos influenciados por la estacionalidad. En términos interanuales, la ocupación en Andalucía registraba aún un crecimiento positivo del 0,4 %, aunque significativamente inferior al de España, que alcanzaba el 1,4%. Estas cifras suponen que en los últimos cuatro trimestres la ocupación aumentó en casi 70.000 en empleos no agrarios, aunque dicho aumento se reduce a 11 mil si incluimos la variación del empleo agrícola y ganadero. Esta última cifra, aunque aún es positiva, resulta insuficiente para la convergencia del mercado de trabajo andaluz con la media nacional.

Los datos son algo mejores en la evolución del desempleo, pues Andalucía se incluye en el escaso número de CC.AA. en las que el desempleo descendió durante el último trimestre de 2022, con 3,4.000 desempleados menos, frente a un claro aumento nacional, donde el número de desempleados aumentó en casi 44.000. Estas cifras suponen una reducción de casi 57.000 desempleados en la región, frente a los 80.000 en España en el último año, lo que supone en términos porcentuales una reducción del 6,9% y del 2,6%, respectivamente. La tasa de paro al finalizar el año fue del 19% frente al 12,9% nacional, seis y tres puntos y medio respectivamente inferiores a las de un año antes.

En cuanto a la afiliación, las cifras reproducen la misma dinámica en términos de ocupación que los mostrados por la EPA. En primer lugar, el número de afiliados medios en Andalucía para el cuarto trimestre fue de 3.291.395, unos 27.000 más que en el trimestre anterior, mientras que en España fue de 20.287.896, algo más de 63.000 por encima de la media del tercer trimestre. El crecimiento intertrimestral fue, así, del 0,8 y 0,3%, respectivamente. Sin embargo, a pesar de este mejor comportamiento entre ambos trimestres, en términos interanuales, España mantiene una ventaja, ya que la tasa de cre-cimiento interanual en Andalucía de los afiliados medios fue del 2,2% mientras que en España seguía siendo superior, situándose en el 2,7%.

Con los datos del cuarto trimestre se certifican algunas tendencias que comienzan a mostrar mensajes claros. En términos interanuales se muestra claramente un comportamiento positivo de la ocupación en Andalucía, pero a ritmos inferiores al del resto de España. Así lo certifican tanto los datos de afiliación como de ocupación. En segundo lugar, esta evolución es cada vez más coherente con la de la actividad, que muestra un comportamiento algo más débil en la región. En cuanto a la caída del desempleo y la más intensa reducción de la tasa de paro en Andalucía vienen más motivadas por la reduc-ción de la población activa que por la mejora de la ocupación. La salida del mercado de trabajo de un mayor número de personas en Andalucía que en España motivaría en parte este comportamiento dife-rencial. Finalmente, el relativo peor comportamiento del mercado podría explicarse, aunque no en su totalidad, por el negativo comportamiento en el año de la agricultura.

Por el lado de la demanda
La mayor debilidad de la actividad económica, la caída de las exportaciones y de la renta en términos reales está profundamente relacionada con la evolución de algunos de los componentes de la demanda. Desde el tercer trimestre, los indicadores asociados a la demanda, en particular a los del consumo, han mantenido una evolución débil que se ha traducido en una contracción del agregado correspondiente (consumo de los hogares).

Así, el índice del comercio minorista, que durante el tercer trimestre cayó en términos intertrimestrales, ha mostrado un crecimiento débil durante el último trimestre del año, inferior a la media española. Esta caída es especialmente intensa en alimentación (más del -4%), y solo compensada por las ventas de no alimentación, posiblemente gracias a una buena campaña de navidad. En términos deflactados y corregido de calendario y en tasas interanuales, el índice de comercio minorista aumentó un 0,1%, pero cayó un -4,5% en alimentación y que fue compensado parcialmente por las ventas de no alimentación, con un crecimiento del 3,9%, de donde se deriva que existe una clara tendencia a ajustar el consumo de los productos cuyos precios han sufrido un mayor incremento en los últimos meses. De igual modo, otros indicadores como son el índice de ventas de grandes superficies y la matriculación de vehículos repiten una contracción ya observada en los meses anteriores.

Aunque la aportación del consumo de los no residentes ha seguido siendo positiva en términos inter-anuales, va perdiendo la capacidad de compensar la evolución del consumo de las familias andaluzas. No obstante, los indicadores del turismo mantienen su recuperación desde el inicio de la pandemia con aumentos significativos en pernoctaciones y gasto medio, aunque con una reducción en las estancias medias, aunque crecen en menor medida que los indicadores nacionales, lo que se explica por el mayor peso del turismo en algunas regiones españolas, como las insulares.

En cuanto a la inversión, existe una clara diferencia entre la inmobiliaria, con una evolución negativa que demuestra el posible efecto del aumento de los tipos sobre el sector, y la inversión pública y en equipos, donde, sobre todo la primera, parecen aumentar el ritmo con claridad.

Por último, el sector exterior muestra un comportamiento negativo en clara sintonía con lo ya experimentado en el trimestre anterior. Por un lado, las importaciones, en términos nominales, aumentaron a un ritmo del 16,9% durante los meses de octubre y noviembre comparados con la media del trimestre anterior. En términos reales lo hicieron en un 19%. Mientras, las exportaciones cayeron un trimestre más, en esta ocasión en un 4,9% en cifras nominales y un 4,3% en términos reales. Estas cifras, por lo tanto, identifican a un sector exterior que sigue aportando crecimiento negativo al PIB andaluz.

Respecto a las exportaciones, en esta ocasión la caída se concentra en productos asociados, principalmente, a la industria y a la energía, y que toman el testigo de los alimentos, razón principal de la reducción de las exportaciones andaluzas en el cuarto trimestre.

Por el lado de la oferta
En cuanto a la evolución desde el lado de la oferta, todos los sectores aportaron crecimiento negativo al PIB excepto los servicios. En primer lugar, la industria, con una caída del IPI general de casi un punto porcentual, comienza a sufrir las consecuencias directas de los efectos de la crisis energética que previamente ha golpeado a las economías del centro de Europa. En esta ocasión, ni las industrias asociadas al sector energético han posibilitado un saldo positivo de crecimiento al final del trimestre.

En cuanto a la construcción, los indicadores asociados al sector residencial no son positivos, manteniendo la tendencia negativa del anterior trimestre. Los datos de afiliación del sector muestran una reducción intertrimestral superior al 3%, y que se suma al 5% del anterior trimestre.

Finalmente, la evolución de los servicios posee una importante heterogeneidad. Por un lado, destacan las contracciones en sectores asociados al consumo y sector financiero, lo que encaja perfectamente con la dinámica actual en los precios y tipos de interés, compensado por el aumento de la actividad en sectores asociados, por un lado, a actividades profesionales y por otro, a las del sector de la información y comunicación y servicios públicos.

Particularmente relevante es la aportación negativa del sector primario. Los elevados costes energéti-cos y de los insumos, en particular el de los fertilizantes, a lo que se suma la sequía, ha reducido la producción agraria y ganadera durante 2022. Esta aportación negativa explicaría buena parte del dife-rencial en el crecimiento andaluz frente al español durante el pasado ejercicio.

Previsiones
Para el año 2023 se espera una evolución de moderado crecimiento de la economía andaluza, condicionada, por un lado, por los vientos en contra que han provocado una ralentización considerable del crecimiento económico global, europeo y español durante la segunda mitad de 2022, pero a su vez aliviada por la mejora en otros factores que podrían evitar que, finalmente, la economía andaluza, como la del resto de España y Europa, entrara en recesión a inicios de 2023.

A nivel global, la mayoría de las economías, y en particular las de mayor peso, siguieron experimentando durante 2022 el aumento de la inflación, cuya consecuencia directa fue el de una desaceleración intensa de la actividad económica. Esta evolución alcista de los precios afectó al poder adquisitivo de los salarios, que se vio acompañada por el aumento de los costes financieros asociado al endureci-miento de las políticas monetarias. Todo ello llevó a una ralentización del consumo de las familias, y de la inversión empresarial.

Pese a la ralentización del crecimiento, esta fue menor de lo esperado, en particular gracias a la evolución favorable de los mercados de trabajo de no pocos países, así como a la oportuna reducción de los precios energéticos. La diversificación de las fuentes de suministro en un tiempo récord, en particular en Europa, así como la fuerte caída del consumo de gas, facilitó un aumento en los niveles de almacenamiento muy por encima de lo esperado, impulsando una moderación de los precios. Sin embargo, y a pesar de estas dos buenas noticias, a la que acompañó en algunos países unas políticas fiscales claramente expansivas, los factores que provocaron la desaceleración en 2022 seguirán condicionando negativamente la evolución de la actividad en la primera mitad de 2023.

Por ello, las principales economías del mundo seguirán desacelerándose en 2023. Así, la previsión de crecimiento del FMI para Estados Unidos en 2023 es del 1,4%, inferior a la de 2022, mientras que para China se estima que, superada las dificultades de la política de covid cero, pasará de crecer un 3% en 2022 a un 5,2% en 2023, aunque este nivel de crecimiento sigue siendo bajo para lo quesu potencial permitiría. Por su parte, la economía europea seguirá muy condicionada por la evolución de estas economías, así como por las consecuencias directas de una guerra a sus puertas, cuya evolución afectará a su crecimiento.

No obstante, lo que en febrero de 2022 se consideraba como un golpe directo, profundo y doloroso en la economía europea –hablamos de la guerra-, hoy se puede confirmar que ha resultado ser menor de lo esperado. Así, la economía de la UE inicia 2023 en una situación mejor que la prevista solo unos meses antes. La Comisión Europea ha elevado las previsiones de crecimiento para 2023 al 0,8% en la UE y al 0,9% en la zona euro. Estas cifras implican, por lo tanto, que ambas zonas escaparán, siquiera por muy poco, de una recesión técnica que debería haber ocurrido a finales de 2022 e inicios de 2023, según las estimaciones en las que coincidían diversas instituciones el pasado verano. También condicionará el crecimiento en 2023 los fondos NextGeneration EU, que experimentarán durante este año un mayor grado de ejecución que en los anteriores.

Algunos indicadores reflejan este cambio en las perspectivas macroeconómicas. Así, el índice PMI apunta claramente a una mejora de la actividad económica prevista. Para los países seleccionados, en particular Francia y España, aunque también para Estados Unidos y Alemania, la mejora es evidente a partir de finales del otoño de 2022.

Como consecuencia de todo lo anterior, y para la economía mundial el FMI ha revisado el crecimiento económico desde el 2,7% en su revisión de otoño al 2,9% de enero.

Con estas previsiones, se espera que la economía española tenga un comportamiento relativamente positivo durante 2023. No obstante, y a pesar del consenso en dicho comportamiento positivo, las previsiones de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) español para 2023 son bastante heterogéneas, mostrando entre ellas una elevada dispersión, lo que se explica por el entorno de elevada in-certidumbre, ya que el crecimiento para 2023 dependerá del comportamiento tanto de los precios de la energía como de otros productos cuya evolución ha centrado la atención en los últimos meses, del recorrido de la subida de tipos de interés en el contexto de endurecimiento de la política monetaria, del comportamiento del mercado de trabajo en general y de los salarios reales en particular.

En todo caso, la media de las previsiones para 2023 apunta a un crecimiento de la economía española en el entorno del 1,4%. Según ConsensusEconomics, esta tasa de crecimiento será la mayor de las principales economías de la Unión, habiendo evolucionado en positivo desde previsiones inferiores al 1% a finales de 2022.

Este significativo cambio en las perspectivas de crecimiento obliga a revisar las realizadas para Anda-lucía para 2023, sin que este cambio suponga abandonar, de momento, una dinámica desaceleradora de la actividad económica intensificada por las previsibles medidas restrictivas de la política monetaria. No obstante, del mismo modo que ocurre para España, de momento, se descarta una recesión en la región durante los primeros meses de 2023.

No obstante, hay que llamar la atención, una vez más, sobre las características de la economía andaluza y sus consecuencias sobre el crecimiento esperado para 2023 en relación con el español. De nuevo, su mayor dependencia de la actividad productiva exterior, en particular del turismo y el mayor peso en el PIB andaluz del consumo, que seguirá sufriendo la pérdida de poder adquisitivo como consecuencia de la inflación, nos lleva a considerar desde el Observatorio Económico de Andalucía que posible-mente la economía de la región experimentará un crecimiento algo inferior al de la media nacional.

Frente a estos posibles condicionantes negativos hay que señalar el posible efecto diferencial positivo de la inversión, en concreto de la pública, gracias a la esperada evolución de la ejecución de los fondos Next-Generation, y que este año 2023 se espera que adquieran una velocidad elevada.

En conclusión, gracias a la mejora de ciertos indicadores, a la evolución esperada de las economías norteamericana, china y europea, en particular la española, se revisa en tres décimas el crecimiento andaluz para 2023 hasta el 1,4%. Para 2024 se espera un crecimiento del 2,3%, acorde con las previ-siones para la economía española.