El Observatorio Económico de Andalucía (OEA), en colaboración de la Fundación Cámara de Sevilla, ha presentado la estimación realizada por el Indicador Sintético de Actividad de Andalucía del Observatorio Económico de Andalucía (IOEA) que revela que la economía andaluza experimentó una contracción intertrimestral del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,4% en el cuarto trimestre de 2020, ocho décimas por debajo de la estimación del INE para el PIB español. Con esta tasa, la contracción interanual del IOEA para el cuarto trimestre de 2020 es del 10,2%, lo que supone que el PIB en Andalucía se redujo un 11,8% en 2020, mientras que el INE estima una contracción del 11% para España.

Las favorables expectativas sobre la reactivación de la economía andaluza durante la primera mitad del tercer trimestre pronto se vieron frustradas con el aumento progresivo de nuevos brotes epidémicos. La intensificación de las restricciones a la movilidad y a la actividad para controlar los contagios condicionaron que la recuperación de la economía en el tercer trimestre fuera menor de la esperada. Pero, además, los esfuerzos de contención de los brotes resultaron ineficaces ante el progresivo ascenso de una transmisión comunitaria que acabaría conformando una segunda ola de contagios más virulenta. La intensificación de las medidas para contener esta segunda oleada provocó el deterioro de la actividad a partir de noviembre, determinando un ligero retroceso del PIB en el cuarto trimestre respecto del anterior.

El freno a la recuperación se reflejó en todos los componentes de la demanda interna; de modo significativo en el consumo de los hogares, presionado a la baja por las restricciones a la movilidad y a la actividad, la reducción de rentas y la mayor propensión al ahorro por el repunte de la incertidumbre. En un escenario dominado por la intensificación generalizada de los contagios en Europa, el turismo cayó con más intensidad en Andalucía, tanto el extranjero como el nacional, con la consiguiente con- tracción en el consumo de los no residentes. El consumo del sector público tuvo una aportación contra cíclica en el cuarto trimestre más significativa, aunque insuficiente para compensar el retroceso en el consumo privado, mientras que la inversión caía ante el aumento de la incertidumbre y los intercambios comerciales se deterioraban sin apenas compensar la contracción de la demanda agregada.

El retroceso de la actividad fue común a todos los sectores, con la excepción del sector agrario que mantuvo el dinamismo, al estar menos afectado por la pandemia. Las especializaciones de la economía andaluza más castigadas por la pandemia, como la hostelería y las actividades artísticas y recreativas, intensificaron su desplome en el trimestre. La construcción perdió algo de dinamismo conforme terminaban las obras que se habían paralizado en la primera oleada y no se iniciaban otras, y la industria se contraía lastrada por las manufacturas.

El mercado de trabajo
Como continuación del freno a la destrucción de empleo observada en el trimestre anterior, la ocupación volvió a aumentar en el cuarto trimestre, añadiendo 97.700 nuevos efectivos, según la EPA. En comparación con el mismo período del año anterior, la ocupación en Andalucía mostró un mejor comportamiento que en la media nacional y se redujo en 53.000 efectivos, lo que significa que en el segundo semestre del año se habría recuperado el 76,7% del empleo destruido en la primera mitad del año. El mejor comportamiento relativo del mercado de trabajo en Andalucía se reflejó en un mayor descenso de la tasa de paro, situándose en el 22,7% de la población activa, más de seis puntos y medio que la media española. La población inactiva continuó reduciéndose, compensando el anómalo creci- miento del segundo trimestre, con el consecuente aumento del número de activos.

En línea con los resultados de la EPA, la afiliación de trabajadores a la Seguridad Social aumentó nuevamente en el cuarto trimestre, añadiendo 73.097 nuevos efectivos al sistema, con lo que se habría recuperado el 70% del empleo destruido en el primer semestre del año. Sin embargo, a pesar de la mayor contención en la destrucción de empleo, en contraste con la EPA, el paro registrado continuó creciendo con mayor intensidad en Andalucía (23%, en tasa interanual), hasta alcanzar los 967.116 efectivos.

Sin embargo, el panorama positivo del empleo que se deriva de los datos de ocupación y afiliación en el trimestre se vio parcialmente anulado por el aumento del número de trabajadores incluidos en expedientes de regulación de empleo (ERTE) y de autónomos acogidos a la prestación por cese de actividad. Así, aunque el número de trabajadores en ERTE en Andalucía venía reduciéndose desde mayo, comenzó nuevamente a crecer en noviembre y con mayor intensidad aún en diciembre, elevando la cifra total a 102.623 a finales de año. Además, el número de trabajadores autónomos cobrando la prestación por cese de actividad también continuó aumentando hasta alcanzar los 62.958 a finales de diciembre. La media en el trimestre por ambas circunstancias, ERTE y autónomos en cese de actividad, se elevó a 143.179 trabajadores, un 9% más que en el trimestre anterior mientras que se reducía un 2% en la media de España. La consideración de este colectivo como personas desempleadas habría resultado en un crecimiento de la afiliación efectiva menor y en un aumento de la tasa de paro hasta el 26,3% de la población activa.

Por el lado de la demanda
Los indicadores apuntan a cierto retroceso del consumo de los hogares en el cuarto trimestre del año. La intensificación de las restricciones a la movilidad y a la actividad para contener la segunda ola de contagios reforzó algo más el freno a la recuperación del consumo que ya se venía observando desde agosto. Además, la incertidumbre asociada a la persistencia de la pandemia y la consecuente pérdida de confianza de los consumidores harían que los hogares elevaran su tasa de ahorro, como medida de precaución ante las escasas certezas de generación de rentas futuras. Por otra parte, el ritmo en la destrucción de empleo en los servicios aumentó al finalizar el año, especialmente en las actividades más relacionadas con el consumo, como el comercio y, especialmente, la hostelería y las actividades artísticas y recreativas. En línea con lo anterior, la cifra de negocios del comercio minorista registró una caída interanual superior a la registrada en el trimestre anterior y más del doble de la nacional. Otros indicadores relacionados con el consumo de los hogares también registraron un retroceso mayor que en la media de España, como los turismos y otros vehículos matriculados o el consumo de carburantes.

La progresiva y temprana aparición en verano de brotes epidémicos sin controlar frustró las expectativas de la campaña turística. El retroceso de los viajeros y pernoctaciones en establecimientos hoteleros iniciado en septiembre se fue agudizando en los meses posteriores, en línea con el recrudecimiento de la segunda oleada de contagios en España y en los países con mayor emisión de turistas, como Reino Unido o Alemania. La notable caída de los indicadores en el cuarto trimestre, a medio camino de las registradas en el segundo y tercer trimestre, fue de mayor intensidad en Andalucía, que acusó más la reducción del turismo extranjero y sin la compensación del turismo nacional, a diferencia de lo ocurrido en verano. Todo ello tuvo su reflejo en una importante contracción del consumo no residente, mayor que el registrado por el consumo de los hogares, que amplificó el retroceso de la demanda agregada en la última parte del año.

El consumo de las administraciones públicas sí tuvo en Andalucía una aportación contra cíclica en el cuarto trimestre, aunque insuficiente para compensar el retroceso en el consumo de los hogares, principal componente del PIB. El empleo público, según la EPA, aumentó notablemente respecto del año anterior, pero a menor ritmo que en España, mientras que la afiliación de trabajadores a la Seguridad Social continuó reduciéndose en administración pública, defensa y seguridad social y aumentó con mayor intensidad que en la media nacional en educación y en actividades sanitarias y de servicios sociales.

El último componente de la demanda interna, la inversión, retrocedió con intensidad en el cuarto trimestre, quebrando la recuperación iniciada el trimestre anterior. A pesar de las noticias favorables sobre el desarrollo de varias vacunas, la intensificación de los contagios en la segunda oleada elevó la incertidumbre sobre el control de la pandemia, lo que condicionó las decisiones de inversión empresarial. La confianza empresarial siguió aumentando desde los mínimos del segundo trimestre, pero a un ritmo sensiblemente inferior y alejada del crecimiento en España, mientras que el número de empresas inscritas en la Seguridad Social volvía a aumentar, aunque todavía sin recuperar la destrucción de empresas del primer semestre del año. Por su parte, el número e importe de las hipotecas inmobiliarias suavizaron su contracción anual, en sintonía con la evolución de la compraventa de viviendas. Por su parte, la matriculación de vehículos industriales frenó la recuperación del trimestre anterior y disminuyó en términos anuales más del doble que la media nacional, a pesar del intenso crecimiento en el último mes del año. Finalmente, el consumo de cemento continuó mostrando un mejor comportamiento en Andalucía, creciendo en términos anuales, si bien a una tasa bastante inferior a la del trimestre anterior.

Tras la recuperación parcial del comercio con el extranjero en el tercer trimestre, las restricciones para controlar la segunda ola de contagios frenaron el ritmo de recuperación de las exportaciones en noviembre. Aun así, en la media del trimestre, a falta de la información de diciembre, las ventas de Andalucía al extranjero continuaron la senda de recuperación, si bien se situaban todavía en un terreno de mayor contracción anual que la media nacional (-5,7% y -3,2%, respectivamente). Este diferencial se explica fundamentalmente porque las exportaciones andaluzas acusaron con mayor intensidad la reducción de la industria manufacturera, especialmente, en las ventas de semimanufacturas. Las importaciones del extranjero sufrieron un notable deterioro ya a partir de octubre, como reflejo del menor consumo interno, y en la media de los dos primeros meses del último trimestre la contracción anual alcanzó el 20,5%, superior a la registrada el trimestre anterior y a distancia de la correspondiente a España (8,9%). El diferencial de la intensidad de la contracción de las importaciones con la media nacional se explica por el mayor descenso en Andalucía en la compra de productos energéticos y del grupo de alimentación, bebidas y tabaco.

Por el lado de la oferta
Las medidas de control de la pandemia en el cuarto trimestre afectaron nuevamente con mayor intensidad a las actividades de servicios, frenando el lento proceso de recuperación del sector. El Indicador de Actividad de los Servicios empezó el último trimestre registrando una notable caída en el volumen de negocios, que se amplificó en noviembre llegando a superar la contracción a la media nacional. El deterioro del indicador provocó una reducción media interanual en el cuarto trimestre del 13,1%, superior a la registrada el trimestre anterior.

Igualmente, el Índice del Comercio Minorista, que ya venía reduciéndose desde agosto, terminó el trimestre con una reducción interanual del 5,8%, superior a la registrada el trimestre anterior y más del doble de la contracción en la media nacional. La ocupación, según la EPA, continuó la recuperación iniciada el trimestre anterior, pero a un ritmo menor. Aun así, todavía se perdían en el sector 76.900 empleos respecto de igual trimestre del año anterior, una tasa del -3,3% (-3,6% en España). También el número de afiliaciones a la Seguridad Social continuó la recuperación, pero con menos vigor que tras el levantamiento del primer estado de alarma. Incluso en el mes de diciembre se registró una caída en las afiliaciones, situando la destrucción de empleo en los servicios en una tasa anualizada del 2,9%, tres décimas más que en la media nacional. Una gran parte de las actividades de servicios destruyó empleo en diciembre, de forma especialmente significativa el comercio, las actividades inmobiliarias y, fundamentalmente, la hostelería y las actividades artísticas y de ocio, dónde se siguió acentuando la pérdida de afiliación en el trimestre respecto del año anterior a un ritmo del 21,9% en la hostelería y del 17,3% en las actividades artísticas y recreativas. Las actividades relacionadas con la información y las comunicaciones, las administrativas y de servicios auxiliares, las sanitarias y de servicios sociales y educación evolucionaron de modo más favorable en el trimestre, alcanzando niveles de afiliación superiores al mismo trimestre del año anterior.

La producción del sector industrial habría retrocedido en el último tramo del año aumentando la con- tracción anual respecto del trimestre anterior. El Índice de Producción Industrial cayó con intensidad en octubre y, aunque a menor ritmo, continuó reduciéndose los dos últimos meses del año, determinando que en la media del trimestre registrara una contracción anual del 7,8%, muy superior a la registrada en la media nacional (2,1%). Este diferencial en la intensidad del retroceso respecto de España se explica por el peor comportamiento en Andalucía de la producción energética, de bienes de equipo y de bienes de consumo no duradero. Por otra parte, las exportaciones de la industria manufacturera andaluza se redujeron entre octubre y noviembre a una tasa del 7,3%, más del doble de la contracción registrada en España (3,2%).

En línea con los indicadores anteriores, el índice de la cifra de negocios en la industria experimentó un notable retroceso en los dos primeros meses del trimestre, de modo que la contracción anual en el conjunto alcanzó el 14,8% (5,7% en España). La evolución del empleo en el sector industrial es sustancialmente distinta según la fuente utilizada. La ocupación, según la EPA, se redujo respecto del trimestre anterior, pero creció ligeramente respecto del año anterior mientras en España todavía se mantenía en terreno contractivo. La afiliación de trabajadores del sector a la Seguridad Social, sin embargo, siguió recuperándose en el cuarto trimestre, aunque mantenía una tasa interanual negativa, de mayor intensidad en las ramas manufactureras.

El sector de la construcción aprovechó la inercia de la rápida y enérgica recuperación registrada en el tercer trimestre y mantuvo un favorable comportamiento en el último trimestre, aunque con menor dinamismo. El consumo de cemento se fue reduciendo progresivamente desde el inicio del trimestre, pero mantuvo en el conjunto el tono expansivo respecto del año anterior (6%), mientras en España se reducía (-3,3%). La ocupación en el sector aumentó respecto del trimestre anterior, según la EPA, y determinó un crecimiento interanual del 3,1%, mientras que en España se reducía ligeramente. También la afiliación confirmó la favorable evolución del sector, continuando el proceso de recuperación, aunque a un ritmo más lento que en el primer trimestre. Como resultado del comportamiento de la afiliación en el último trimestre, la destrucción de empleo respecto del año anterior se redujo sensible- mente.

Previsiones
La actividad económica global continúa fuertemente condicionada por la evolución de la Covid-19, ante la ausencia de otra forma de combatir el virus distinta de la imposición de restricciones a la movilidad y a la actividad. La contracción experimentada por las economías en 2020 alcanzó magnitudes inéditas y la recuperación a los niveles previos al inicio de la pandemia está sometida a la incertidumbre sobre la eficacia y rapidez de la vacunación para contener la epidemia y la capacidad de los gobiernos para mantener las medidas de apoyo.

La recuperación de la economía mundial, que se inició en el tercer trimestre, sufrió un retroceso en el tramo final del año, debido a la intensificación de la pandemia. La adopción de medidas de contención de los contagios, aunque menos extremas que en la primera ola, ejercieron su impacto negativo sobre la actividad, nuevamente con más intensidad en las actividades de servicios relacionadas con la interacción social.

Aun así, el FMI estima, en su última actualización de las perspectivas de enero, que la economía mundial se contrajo en 2020 un 3,5%, menos de lo esperado, y sus perspectivas de crecimiento para 2021 elevaron al alza las anteriores previsiones hasta el 5,5%, en respuesta a las expectativas que despierta la disponibilidad de vacunas y la aprobación de nuevas medidas de estímulo en diferentes países. Sin embargo, la retirada antes de las fiestas navideñas de las restricciones adoptadas para controlar la segunda oleada de contagios ha provocado un nuevo repunte de la transmisión en el comienzo del año, que afectará negativamente a la actividad en el primer trimestre desacelerando nuevamente la recuperación de la economía. Además, la proliferación de nuevas cepas y variantes del virus y los problemas de gestión de la recién iniciada vacunación elevan la incertidumbre sobre la evolución de la economía en 2021.

La contracción de la actividad en 2020, aunque casi generalizada, no ha sido de la misma intensidad por países, siendo más acusada en las economías avanzadas que en las emergentes y en desarrollo. Entre estas últimas, destaca China como la única gran economía que aumentó el volumen del PIB en el año, creciendo a una tasa del 2,3% gracias a un eficaz control de la pandemia. Las previsiones del FMI apuntan a un crecimiento de la producción del 8,1% en 2021, si bien se mantienen los sesgos derivados de la inestabilidad a nivel internacional y de la capacidad de la demanda interna para sostener el crecimiento.

EL PIB de EE.UU. moderó su crecimiento en el cuarto trimestre del año cerrando 2020 con una con- tracción del 3,5%. El índice compuesto de gerentes de compras (PMI), tras registrar una cierta reducción en diciembre, rebotó con fuera en enero hasta los 58,7 puntos, anticipando una mayor solidez de la expansión económica en el inicio del año, respaldada por la favorable evolución de la industria manufacturera y a pesar de cierto deterioro de los servicios, en cualquier caso, todavía en terreno expansivo. Tras la aprobación de nuevas medidas de apoyo a la economía, despejada la incertidumbre sobre la presidencia, el FMI prevé que el PIB crezca un 5,1% en 2021, alcanzado los niveles previos al COVID-19 este mismo año.

La economía del área del euro volvió a mostrar un peor desempeño que la de EE.UU. o China en el trimestre, registrando una caída y provocando un cierto retroceso del proceso de recuperación. Según Eurostat, la economía de la Unión Europea (UE-27) se contrajo un 4,8% en términos interanuales en el cuarto trimestre (5,1% en la eurozona). Aunque la contracción fue menor a la esperada, provocó una reducción del PIB del 6,4% en 2020, destacando las caídas de España (11%), Italia (8,9%) o Francia (8,4%), mientras que Alemania logró esquivar el retroceso del PIB en el cuarto trimestre y cerró el año con una contracción del 5,4%. La evolución negativa del índice compuesto de gerentes de compras para el conjunto de la UE de enero (PMI=47,8) apunta a que el deterioro de la actividad se intensificará, afectando a la industria manufacturera, aunque mantiene el tono expansivo (PMI=54,8), y de modo más acusado a los servicios (PMI=45,4). El FMI ha actualizado a la baja las previsiones de crecimiento para 2021 realizadas en octubre, recortando un punto hasta el 4,2%, lo que implica que el regreso de la actividad a los niveles pre-Covid no se producirá hasta la mitad de 2022.

España se ha mantenido durante toda la pandemia entre los países con mayor número de contagios y muertes por la Covid-19. Las singularidades de su estructura productiva, orientadas hacia actividades más sensibles a las medidas de contención de los contagios, han situado su economía en el transcurso de este año como la más afectada por la crisis entre los países desarrollados, a lo que habrá ayudado las deficiencias en la gestión de la pandemia y las limitaciones financieras para la política de apoyo al tejido productivo. Como resultado de las medidas de contención de la segunda oleada de la pandemia, el PIB, según el INE, se redujo en tasa interanual una décima más respecto del trimestre anterior hasta el 9,1%, con lo que el desplome de la actividad alcanzó el 11% en el conjunto del año 2020, en línea con las estimaciones más recientes del FMI, aunque menor de la esperada. La revisión de la estimación del crecimiento de este trimestre, que se hará en abril, ajustará más la dimensión de la contracción que, en cualquier caso, hará que España tarde más en transitar el camino de la recuperación hacia los niveles anteriores a la pandemia, que se estima no será antes de 2023.

El levantamiento gradual de las restricciones antes de las fiestas navideñas provocó que 2021 se iniciara con una nueva intensificación de los contagios, que amenaza el colapso de hospitales y UCIs y que eleva el número de defunciones a valores que recuerdan los estragos de la primera oleada. El impacto económico de las medidas de contención adoptadas está provocando el deterioro de la actividad, como adelantan algunos indicadores. El indicador de consumo de CaixaBank volvió a caer con más intensidad en la segunda semana de enero (13%), reflejando el impacto en el consumo de los hogares de las nuevas restricciones, del deterioro del mercado de trabajo y por la mayor propensión al ahorro en un escenario de incertidumbres sobre el futuro.

La afiliación de trabajadores a la Seguridad Social en enero continuó frenando la pérdida de efectivos en tasa interanual, con menor intensidad en los servicios, dónde algunas actividades más sensibles a las medidas de contención del virus, como el comercio, la hostelería, las actividades artísticas y de ocio intensificaron la pérdida de afiliación. En enero, además, volvió a crecer el paro registrado hasta los 3.964.353 efectivos y continuaban en ERTE 738.969 trabajadores y 383.848 autónomos cobrando la prestación por cese de actividad.
El índice compuesto de gerentes de compras (PMI), que venía retrocediendo desde agosto, se recuperó parcialmente en diciembre para volver a caer en enero hasta los 43,2 puntos; el más bajo entre las mayores economías avanzadas, con la excepción de Reino Unido. El desplome del índice en enero fue como resultado conjunto del deterioro en el sector manufacturero (PMI=49,3), que abandonó el tono expansivo, y de la intensa contracción de los servicios (PMI=41,7).

Las últimas proyecciones del FMI han actualizado a la baja el crecimiento previsto para la economía española en 2021, reduciendo la tasa hasta el 5,9%. Unas proyecciones que no tienen incorporada la situación epidemiológica del comienzo del año. En este sentido, el Banco de España ha advertido del freno a la actividad en enero, lo que obligará a revisar a la baja el comportamiento de la economía en el primer semestre del año. La incertidumbre sobre el desempeño de la economía sigue en cotas elevadas por los riesgos a corto plazo de la situación epidemiológica y a medio plazo por el efecto de los daños estructurales sobre el tejido productivo.

Andalucía también acusó los efectos restrictivos sobre la actividad de la segunda oleada, que provocó una caída del PIB en el cuarto trimestre y situó la contracción en el conjunto del año 2020 en el 11,8%, reflejando la mayor especialización regional en las actividades más castigadas por las medidas de control de la pandemia. La evolución de la pandemia en el inicio del año y la intensificación de las medidas de contención hacen previsible que la economía vuelva a caer en el primer trimestre de este año, lo que limitaría el ritmo de la recuperación en el conjunto de 2021.

Aunque la incidencia de la Covid-19 en Andalucía sigue manteniéndose por debajo de la media nacional, la agresividad de la tercera oleada de contagios ha llevado a intensificar las medidas restrictivas a la movilidad y a la actividad, cuya duración abarcará buena parte del trimestre y mantendrá contenido el consumo de los hogares ante una incertidumbre que no termina de despejarse. Además, las actividades más castigadas por la pandemia como la hostelería o las actividades artísticas y recreativas, continúan perdiendo afiliación en enero, a mayor ritmo que en la media de España. Es previsible que los indicadores turísticos sigan evolucionando negativamente y reduciendo el consumo de los no residentes y también es de prever que el escaso margen fiscal de las administraciones haga que el consumo público vaya limitando su carácter expansivo para compensar la caída del consumo privado. La inversión empresarial se mantendrá en terreno contractivo a la espera de escenarios de mayor certidumbre y el deterioro reciente de la evolución de los intercambios comerciales de Andalucía con el extranjero y las previsiones de una contracción en el primer trimestre en la UE reducen las expectativas de un impulso al PIB desde la demanda exterior.

Desde la perspectiva de la oferta, los sectores no agrarios intensificarán su contracción en el primer trimestre, de modo más acusado en las especializaciones andaluzas del sector servicios, como el comercio o el transporte y, fundamentalmente, la hostelería y el entretenimiento. El sector turístico ahondará su caída en el trimestre y las actividades que mostraron un mayor dinamismo a lo largo de la crisis mantendrán todavía una evolución favorable, como las sanitarias, la industria farmacéutica, las relacionadas con las tecnologías de la información y las comunicaciones o la investigación. El deterioro de la afiliación en la construcción en el mes de enero apunta a que el sector pueda estar agotando las obras ya contratadas y que su producción se reduzca ante un escenario de contracción del mercado inmobiliario, tendencia a la baja de los precios y escasez de nuevos proyectos e inversiones. Final- mente, en un contexto de deterioro generalizado de las manufacturas en la UE y de contracción en España de las mismas, y ante el aumento en Andalucía de la destrucción de empleo en enero, en términos de afiliación, la industria andaluza seguirá mostrando escaso dinamismo en el primer trimestre.

Asumiendo como hipótesis la mejora progresiva del control de la pandemia al ritmo de las inmunizaciones y dada la intensidad de la contracción de la economía en el segundo trimestre de 2020, es muy plausible que la economía andaluza registre ya un crecimiento interanual positivo en el segundo trimestre de este año, aunque a un ritmo contenido todavía por la situación epidemiológica, para ir acelerando en los siguientes trimestres conforme se extiende la inmunización de la población.

Teniendo en cuenta las anteriores consideraciones, la experiencia acumulada sobre los impactos sectoriales de las medidas de contención de la pandemia, el peso de las actividades en la producción regional y las tendencias más recientes de las variables disponibles correspondientes a enero, el Panel de Expertos del Observatorio Económico de Andalucía considera que la economía andaluza podría cerrar el año 2021 con un crecimiento del 6%, lo que retrasaría alcanzar el nivel de producción previo a la pandemia hasta 2023. La previsión realizada está condicionada por el mantenimiento de una toda- vía elevada incertidumbre sobre la evolución epidemiológica de la enfermedad, la eficacia y el ritmo de inmunización de la población, el daño que acumule el tejido productivo o el mantenimiento de las medidas de apoyo a trabajadores y empresas.