Según el Indicador Sintético de Actividad de Andalucía del Observatorio Económico de Andalucía, la economía andaluza experimentó un crecimiento intertrimestral del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,3% en el segundo trimestre de 2023, crecimiento ligeramente inferior al estimado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) para el PIB español (0,4%). Con esta tasa, el crecimiento interanual del indicador estimado para el segundo trimestre de 2023 es del 2,0 %, dos décimas superior al estimado en la Contabilidad Nacional Trimestral del INE para España.

Con este crecimiento, la actividad regional mostraría una ligera reducción del crecimiento, aunque mantendría la fase de expansión que dura más de cinco trimestres seguidos. Esta ligera desaceleración viene explicada principalmente por una reducción en el consumo de los hogares, así como por el de-bilitamiento de la demanda externa, derivado de una contracción mayor de las exportaciones que de las importaciones. No obstante, dicho debilitamiento de ambas partidas ha sido parcialmente compen-sado por el aumento de la formación bruta de capital.

Inflación y salarios
Durante el segundo trimestre de 2023, la inflación ha mantenido su tendencia a la moderación. Esta moderación ha sido más intensa en el índice general y ha estado motivada principalmente por dos factores: la caída de los precios de la energía hasta el mes de julio (particularmente el de los combus-tibles) y por el efecto base. En el mes de junio, el dato de crecimiento interanual de los precios en Andalucía se situaba en el 2,2%, tres décimas superior al nacional, pero más de cuatro puntos porcen-tuales inferior al de inicio de año. Respecto a la inflación subyacente (índice general sin alimentos ni energía), la tasa de inflación a finales del segundo trimestre caía hasta el 4,6% desde el 5,9% del dato de marzo. Esta tasa fue entonces superior a la nacional en tres décimas, que se situaba en el 4,3%. De nuevo, el mayor peso de las rúbricas con mayor crecimiento (alimentación y algunos servicios) en el IPC andaluz explicaría buena parte del diferencial en inflación respecto a la media nacional.

Ha sido en el segundo trimestre de 2023 cuando, después de más de dos años, los salarios andaluces podrían haber recuperado parte de su poder adquisitivo perdido. Así, por ejemplo, los convenios fir-mados hasta el mes de julio incorporaban un aumento salarial del 3,2%, superior al crecimiento de los precios hasta la fecha. Además, datos adelantados de nuevas ofertas laborales como las recogidas en el portal Siteminder demostraban aumentos en el salario de los nuevos empleos superiores al 5% para dicha fecha, por lo que, durante al menos unos meses, los asalariados andaluces han podido mejorar su capacidad adquisitiva, aunque de momento dicha recuperación sea muy moderada.

El mercado de trabajo
Durante el segundo trimestre de 2023, el mercado de trabajo en Andalucía mantuvo su evolución po-sitiva tanto en la afiliación como en la contratación y la ocupación. Sin embargo, y a pesar de esta evolución positiva del empleo, los datos de desempleo y paro registrado han mostrado un comporta-miento menos positivo.

Según la Encuesta de Población Activa (EPA), en términos intertrimestrales, la ocupación aumentó en Andalucía un 1,6%, tasa que resulta, sin embargo, inferior a la española, que aumentó en un 3,0%, compensándose de este modo las diferencias que en el primer trimestre favorecían a la región. En términos interanuales, las tasas de crecimiento siguen favoreciendo levemente a la región con un cre-cimiento del 3,1% frente al 2,8% nacional, lo que implica que en un año se han creado en Andalucía algo más de 100.000 ocupaciones netas, el 17 % de las 588.000 creadas a nivel nacional.

Sin embargo, la tendencia en la población activa no ha permitido un significativo recorte del número de desempleados, pues el número de parados andaluces se redujo en un exiguo 0,2% en el segundo trimestre; es decir, en poco más de 1.300 personas. Esta reducción fue más intensa en España, cuya caída en términos porcentuales fue de 11,7%, más de 365.000 parados menos. En términos interanua-les, la diferencia que favorece a España se consolida, con una caída interanual de 5,4% del número de desempleados frente a la caída del 1,2% andaluz. Con estas cifras, las tasas de desempleo quedan en el segundo trimestre en el 18,1% para Andalucía y en el 11,6% en España.

En cuanto a la afiliación, las cifras reproducen la misma dinámica que la EPA. En primer lugar, el número de afiliados medios en Andalucía hasta el mes de abril fue de 3.344.113, un 1,9% más que hace un año, pero reduciendo su ritmo de crecimiento desde el 3,0% del trimestre anterior. Estas cifras son inferiores a las de España, que con un número de afiliados 20.891.885 aumenta a un ritmo anual del 2,7%.

Por el lado de la demanda
Durante el segundo trimestre de 2023, el factor principal que explicó la reducción del crecimiento en términos intertrimestrales fue el consumo de las familias, que, tras un primer trimestre con una impor-tante aportación al crecimiento, en el segundo mostró un claro debilitamiento. No cabe duda de que el menor crecimiento del empleo durante este trimestre, el aumento de los costes de financiación y la erosión de las rentas como consecuencia del aumento de los precios, cuyos efectos se han podido demorar lo máximo posible con el apoyo de los ahorros embalsados en los años anteriores, han debido afectar al gasto familiar y, con ello, al crecimiento regional.

Un tipo particular de consumo interno, como es en hostelería y restauración, ha mostrado evidentes signos de agotamiento en estos últimos meses. Así, el número de viajeros residentes en Andalucía caía con mucha mayor fuerza en la región, un -6,4% frente al 0,4% nacional a lo largo del verano, mos-trando ya un crecimiento muy débil en los últimos meses de primavera (en el mes de junio el número de visitantes caía al 0,7% en Andalucía mientras aumentaba aún en España un 4,7%).

Esta evolución está acompañada por una demanda exterior en la que la caída de las exportaciones, tanto en bienes como servicios, ha provocado una aportación negativa de la demanda externa, a pesar de la importante reducción de las importaciones. Respecto a los servicios, y en concreto a la demanda turística, el consumo de los no residentes andaluces ha mostrado, a pesar de que en 2023 se pueden batir récords de visitantes gracias a los extranjeros, y sin abandonar los crecimientos interanuales po-sitivos, un menor ritmo desde el final de la Semana Santa. No obstante, entre ellos, los españoles no residentes en Andalucía sí han mostrado una caída en términos anuales, lo que atendiendo a la mayor dependencia del turismo nacional del sector turístico andaluz puede haber restado algún punto de cre-cimiento al PIB regional respecto al nacional en el segundo trimestre de este año.

En cuanto a los componentes que aportaron crecimiento positivo por el lado de la demanda, destacan la inversión y el consumo público, que lograron compensar parte de la menor aportación de los com-ponentes anteriores. Respecto a la inversión, y a pesar del claro efecto de la subida de tipos en las hipotecas y que tendrá su reflejo futuro en la inversión residencial, la inversión en equipos aumenta a ritmos elevados, logrando superar en entidad a la primera. A la inversión en equipos se suma la licita-ción, posiblemente impulsada por la ejecución de fondos europeos.

Por el lado de la oferta
En cuanto a las aportaciones por el lado de la oferta, la evolución ha sido nuevamente desigual durante el segundo trimestre, aunque una vez más el saldo es positivo. En primer lugar, la industria recupera el crecimiento en este trimestre, a pesar de la evolución del índice de producción industrial. Otros indicadores como es el Índice de Cifras de Negocio Industrial (ICNI) ofrece un crecimiento débil pero positivo una vez descontado los precios. Es, como se ha adelantado, la producción de bienes de equipo la que impulsa de manera notoria la evolución de la producción en este sector. Sin embargo, el resto de la producción muestra contracciones, en particular la asociada a bienes de consumo y concretamente energía y alimentos, posiblemente condicionado este último por el actual período de sequía que la región y el país atraviesa.

En cuanto al sector de la construcción, se mantiene de momento el impulso en las obras residenciales, a la espera de un efecto significativo en el futuro de una clara caída de la demanda de viviendas, Sin embargo, la construcción asociada a obras no residenciales y en particular a las licitaciones, son las que mantienen un impulso destacado en el sector. El efecto de las inversiones asociadas a los fondos europeos comienza a hacerse notar y, posiblemente, irá a más en los siguientes meses.

Finalmente, la evolución de los servicios mantiene un tono positivo, aunque, como es habitual, con una elevada heterogeneidad. Destacan en términos positivos hostelería y restauración, aunque como se ha adelantado con un impulso que viene moderándose en los últimos meses, en particular por la menor afluencia de lo esperado de turistas nacionales. En el lado positivo, destacan, una vez más, actividades profesionales, científicas y técnicas con aumentos de las tasas de más de dos dígitos. Sin embargo, en coherencia con la demanda de las familias y el consumo de estas, tanto el comercio como el transporte y el almacenamiento registran crecimientos interanuales negativos que se mantienen, aun corrigiendo la evolución de los precios.

Previsiones
Durante la primera mitad del año, la economía mundial mostró signos de desaceleración. Frente a un crecimiento del 3,5 % en 2022, el FMI espera que el crecimiento mundial se sitúe en el 3,0 % en 2023 y 2,9 % en 2024, crecimiento inferior al promedio histórico. Dicha desaceleración será más intensa en las economías más avanzadas, para las cuales el crecimiento pasará del 2,7% en 2022 al 1,5% en 2023. Concretamente, y para los Estados Unidos, el crecimiento pasaría del 2,1% al 1,8%, aunque mante-niendo un tono relativamente positivo. Diferente perspectiva se prevé para la zona euro, que transitaría del 3,5% al 1% entre 2022 y 2023. Dentro de ésta, en términos nacionales, y con bastante heteroge-neidad, es esperada una recesión en Alemania, Italia y otros países europeos.

En cuanto a los países emergentes, el crecimiento se mantendrá estable en torno al 4%, tanto para 2023 como para 2024, aunque con evidentes divergencias entre regiones. Entre estos, es de particular rele-vancia las dificultades que experimenta China, y que, aunque crecerá en 2023 más que en 2022 (cuando sufrió los efectos de la política de COVID cero), el crecimiento será inferior al inicialmente previsto.

Los factores que explican la más que probable desaceleración global ya fueron adelantados en el in-forme del primer trimestre de 2023 y, aunque son de sobra conocidos, merecen ser recordados. En primer lugar, la elevada inflación experimentada desde finales de 2021 y la presión que ésta ha ejercido sobre los tipos de interés se situaría como la principal de las razones. La subida de tipos por la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, entre otros muchos, ha derivado en una reducción de la inversión y ha empujado a la moderación del consumo en buena parte de los países. La inflación se ha ido reduciendo, pero la persistencia de la inflación subyacente, especialmente en los países más avanzados, generan expectativas de que los tipos de interés se mantendrán elevados por un período más prolon-gado del esperado inicialmente, si bien se prevé la pronta finalización de las subidas de tipos.

Al aumento de los tipos de interés hay que añadir, una vez más, las perturbaciones causadas por la invasión de Rusia a Ucrania y, desde mediados de verano, la inestabilidad cambiaria en algunos países emergentes, con epicentro, de nuevo, en la situación política de países como Argentina o Ecuador. Finalmente, tensiones y estrategias geopolíticas se unen a la anterior, limitando todas ellas el comercio internacional, que en julio experimentó por primera vez en meses una reducción.

Particular atención merece la situación china. La crisis inmobiliaria se ha visto alimentada por una serie de factores, incluyendo el aumento de los precios de la vivienda, la disminución de la demanda y el elevado apalancamiento de los promotores inmobiliarios. Se estima que esta crisis pueda tener un impacto significativo en la economía china, con el riesgo de extensión a otros países a la espera de las medidas que el gobierno chino vaya a tomar como son la inyección de capital en el sector inmobiliario, la reducción de las tasas de interés, y la mejora de la transparencia financiera.

Todo lo anterior impacta notablemente en la evolución de la economía europea y más concretamente en algunas de sus economías centrales, como es la alemana, tal y como están recogiendo las encuestas de opinión que adelantan la actividad, como son los PMIs, y que tanto en industria como en servicios están para un conjunto de países de la Unión Europea en zona de contracción. Es más, los datos ya conocidos para el mes de agosto de estos indicadores de opinión muestran que las principales econo-mías europeas están en claro nivel de contracción, incluida España, tanto en industria como en servicios. Por lo tanto, no se espera que, a diferencia del otoño e inviernos pasados en los que la eco-nomía europea sorteó la recesión, pueda lograrlo en esta ocasión, aunque el saldo del conjunto del año se mantenga en positivo.

En consecuencia, y en términos medios anuales, frente al 3,5% de crecimiento de 2022 se proyecta un crecimiento del PIB del 1,0% en 2023 y 1,5% en 2024 para la UE, siempre que se mantenga la moderación de los precios de la energía, el levantamiento de los cuellos de botella en la oferta y la inversión respaldada por el fondo NextGeneration. La inflación, que alcanzó su punto máximo en el primer semestre, se espera que en 2023 disminuya al 5,8% y 2,8% en 2024 en la zona euro.

La reducción en la previsión de crecimiento es en buena parte consecuencia de la firmeza que ha mostrado la inflación subyacente, exigiendo por ello a las autoridades monetarias de la UE mantener o incluso endurecer la política antiinflacionista. El aumento sustancial de los tipos durante 2022 y 2023 ha terminado afectando a la inversión, lo que terminará afectando a la demanda interna, a través del empleo y del consumo. No obstante, y con datos hasta el pasado mes de agosto, el impacto del endu-recimiento de las condiciones financieras está siendo relativamente limitado en el mercado laboral de la UE, por lo que se espera que la ocupación siga creciendo moderadamente y la tasa de desempleo se mantenga cerca de su mínimo histórico. Finalmente, el comportamiento del comercio internacional impactará especialmente en las economías más exportadoras, como es el caso de la alemana.

Esta dinámica ya está ejerciendo influencia en la economía española, a pesar del mejor desenvolvi-miento que ha demostrado en comparación a la de nuestros vecinos europeos. Gracias a la aún percep-tible herencia de un abaratamiento del precio del gas y del petróleo durante la segunda mitad de 2022 -a pesar del actual repunte del verano-, la resolución de los cuellos de botella y la positiva evolución económica global durante ese mismo año. En particular, la recuperación del turismo ha impulsado el consumo de los no residentes y con ello las exportaciones de servicios. A estos factores impulsores debemos añadir, además, la estabilización de los mercados financieros internacionales tras las turbu-lencias de marzo, que ha permitido mantener una cierta dinámica positiva hasta al menos el mes de junio. Sin embargo, por lo expuesto para la economía internacional y, en concreto su efecto en la desaceleración de la zona euro en los últimos meses, la dinámica de crecimiento para la economía española se verá necesariamente debilitada en los próximos meses.

El efecto sobre la demanda interna se producirá especialmente por el endurecimiento de los costes de financiación. Los resultados de la Encuesta de Préstamos Bancarios muestran que en el segundo tri-mestre de 2023 continuó el endurecimiento de la oferta crediticia y la reducción de la demanda de préstamos, aunque de forma más moderada que en el trimestre anterior. Los bancos endurecieron los criterios de concesión y las condiciones de los préstamos debido al aumento de los riesgos percibidos y los costes de financiación. La demanda crediticia volvió a descender por el encarecimiento del cré-dito y otros factores como la menor inversión empresarial y confianza de los consumidores. Final-mente, el ahorro acumulado en estos últimos años, según datos recientes del Banco de España, parece haberse agotado, con una contracción del volumen de depósitos en cuenta corriente de las familias y empresas españolas.

En cuanto a los datos del turismo, aunque la llegada de turistas extranjeros ha marcado durante el primer semestre cifras récords recuperando la afluencia perdida con el COVID, tanto el turismo na-cional, en claro retroceso durante el verano, como las dificultades que experimentan las economías de los principales países emisores de turistas, hacen prever un final de año no tan positivo como el expe-rimentado hasta el verano, lo que finalmente impactará en la dinámica de crecimiento de la economía española. Por último, la persistente sequía afectará a través de su impacto no solo en la producción agraria y ganadera, sino además por su efecto sobre una industria agroalimentaria que se unirá, así, a la evolución negativa de otros sectores manufactureros influenciados por el menor consumo en nues-tros principales mercados de exportación y la probable contracción del comercio internacional. Como compensación a todo lo anterior, es posible destacar las ganancias de competitividad frente a la zona euro por menores costes energéticos y salariales, que sin duda favorecerán a las exportaciones.

Todos estos factores que limitarán el crecimiento de la economía española en el último tramo del año se trasladan a la economía andaluza. Sin embargo, por la especial composición tanto de la demanda en la región como por su estructura productiva, es de esperar que dichos impactos sean algo más intensos que en el caso nacional.

Así, y con diferencia, la sequía tendrá (ya está teniendo) en la economía andaluza un impacto más severo que en la nacional, tanto por la composición de su producción agraria, muy orientada en buena parte de ella a cultivos que exigen suministros de recursos hídricos no disponibles, como por su mayor peso en la economía andaluza. En segundo lugar, su efecto sobre la industria andaluza será más deter-minante, vía costes por aumentos de precios o necesidad de importación de suministros no disponibles en la región, dado que el peso de actividad agroalimentaria en el conjunto del sector andaluz es mayor que en la industria nacional. Especial relevancia tendrá las consecuencias particulares de esta falta de lluvias en el sector del aceite y en su industria y que, a pesar de que puede estar suponiendo un aumento en los márgenes de la distribución del sector por falta de existencias, impacta muy negativamente en la cesta de la compra de los consumidores andaluces. A la sequía se le une, como se ha adelantado, el efecto de un sector turístico que se va debilitando poco a poco, en particular por la reducción en todos sus parámetros del turismo de residentes. Debemos señalar que el peso que el turismo nacional tiene sobre el sector regional es superior al nacional, por lo que la subida de tipos y el aumento de los precios turísticos seguirá impactando de forma más intensa en este sector en la región.

Por el lado de la demanda, el peor comportamiento de las exportaciones, motivado por el debilita-miento de la actividad en nuestros principales mercados, el menor crecimiento del consumo de los no residentes y el aumento de los costes de financiación para la adquisición de viviendas afectarán a la demanda andaluza. En positivo, sin embargo, esperamos que la aportación de la inversión pública, articulada principalmente a través ejecución de fondos europeos, será positiva, lo que permitirá compensar, aunque sea parcialmente, una posible contracción del resto del gasto público ante la con-solidación fiscal esperada. A esta se le unirá la relativa mejoría en los últimos meses de los salarios reales, que ayudará moderadamente al consumo privado, lo que podría compensar, aunque sea parcial-mente, los vientos de frente comentados en el párrafo anterior.
Por todo ello, y teniendo en consideración la revisión al alza del crecimiento del PIB estimado por el IECA para el primer trimestre, el Observatorio Económico de Andalucía prevé que el crecimiento de la economía regional en 2023 se situará en el 1,8 %, dos décimas superior a la valoración realizada en el anterior informe, si bien en los próximos meses el entorno restrictivo, tanto de la política monetaria como la desaceleración de la economía mundial, especialmente la europea, hace previsible que la des-aceleración pueda intensificarse en el primer semestre de 2024, año en el que el PIB de Andalucía aumentará el 1,5%.