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Andalucía se la juega con las redes eléctricas

El futuro energético e industrial de Andalucía depende de su capacidad para reforzar y extender la red eléctrica. La región cuenta con sol, viento y proyectos de inversión millonarios, pero sin nuevas infraestructuras de transporte y distribución la transición energética corre el riesgo de quedarse sin enchufe.

La red eléctrica es la infraestructura silenciosa del progreso. De su capacidad y extensión dependen las nuevas fábricas, los barrios que se levantan o la electrificación de la movilidad. En Andalucía, esa red empieza a mostrar síntomas de saturación: la llegada masiva de proyectos renovables y la demanda creciente de potencia industrial chocan con la falta de capacidad de conexión. El resultado es un cuello de botella que amenaza con frenar el desarrollo económico justo cuando la comunidad más necesita acelerar su transición hacia un modelo sostenible y competitivo.

Andalucía dispone de una de las mayores disponibilidades de recurso solar y eólico de Europa, pero se puede encontrar con el obstáculo de no disponer de red suficiente para aprovechar plenamente ese potencial. Cientos de proyectos de generación limpia y almacenamiento se encuentran pendientes de conexión o en espera de refuerzos de red. Frente a la suficiencia de energía verde, falta red para transportarla. Las zonas con mayor atractivo energético –como el eje Huelva-Sevilla o el triángulo Almería-Granada-Málaga– necesitan inversiones urgentes en transporte y distribución para evitar que el territorio pierda atractivo frente a otros polos industriales más conectados.

La planificación eléctrica nacional —el Plan de Desarrollo de la Red de Transporte 2021-2026— prevé actuaciones significativas en Andalucía, pero la magnitud del desafío exige un impulso adicional. Empresas, administraciones y asociaciones industriales coinciden en que el ritmo de ejecución no es suficiente para acompañar el crecimiento previsto en generación renovable y electrificación. Las redes de transporte y distribución deben convertirse en una prioridad de país, porque de ellas depende que los proyectos estratégicos -desde el hidrógeno verde hasta la industria electrointensiva- puedan materializarse con garantías.

Una década decisiva

En este contexto, la modernización de las redes es, además, una oportunidad para generar empleo cualificado y actividad en el territorio. Cada euro invertido en infraestructuras eléctricas tiene un efecto multiplicador sobre la economía local, porque permite el desarrollo de nuevos servicios, industrias y cadenas de valor asociadas a la energía limpia. Compañías como Iberdrola, Endesa o EDP están acelerando su inversión en digitalización y refuerzo de redes de distribución, conscientes de que el crecimiento económico y la competitividad futura de Andalucía dependerán de su capacidad para sostener una red moderna, resiliente y bien mallada.

La próxima década será decisiva. Andalucía tiene la oportunidad de convertirse en una potencia energética del sur de Europa, pero para lograrlo necesita una red eléctrica a la altura de su ambición. Sin ella, el riesgo no es solo perder inversiones, sino renunciar al papel protagonista que la comunidad puede jugar en la nueva economía verde. Las redes eléctricas ya no son un asunto técnico: son la columna vertebral del crecimiento y el hilo conductor del futuro industrial de Andalucía.

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