Las smart cities se han convertido en trending topic. Es creciente el interés que despiertan estas ciudades inteligentes, donde la aplicación constante de las tecnologías en los diversos ámbitos (iluminación, recogida de residuos, participación ciudadana, riego, tráfico, transportes…) permite una mayor eficiencia de los recursos y maximizar la economía, la sociedad, el entorno y el bienestar de estas urbes.

Hace 25 años, se empezó a hablar en nuestro país de la domótica, o aplicación de las nuevas tecnologías a la vivienda para conseguir mayor ahorro energético, accesibilidad, comunicabilidad, confortabilidad y seguridad. Este concepto de vivienda inteligente se ha ido extrapolando a las ciudades, que cada vez más aplican las nuevas tecnologías con la intención de lograr un desarrollo sostenible, un incremento en la calidad de vida, una mayor eficiencia de sus recursos básicos (energía, agua, transporte…) y una mayor participación ciudadana. Son las ciudades inteligentes, las smart cities.

Estas ciudades cuentan con smart grids o redes eléctricas inteligentes, que permiten la comunicación bidireccional entre la empresa suministradora de electricidad y sus clientes a fin de distribuir energía de forma eficiente, sostenible, rentable y segura. Es decir, ajustar la producción a la demanda en tiempo real.

También conlleva el modelo smart city mejoras en la eficiencia de los edificios, tanto en calefacción como en iluminación. Las viviendas tienen contadores inteligentes que funcionan digitalmente y permiten a los clientes saber cuánto y cómo están consumiendo, comunicar sus datos de lectura de manera remota y elegir entre las ofertas disponibles en el mercado sin tener que sustituir el contador.

Podemos hablar incluso de edificios autosuficientes, que generan una gran parte de la energía que consumen y que se relacionan con su entorno de forma inteligente. Endesa está desarrollando un proyecto en este sentido.

Las calles de estas urbes se imaginan con vehículos eléctricos que reducen notablemente las emisiones de dióxido de carbono. Se incorporan las tecnologías para que el transporte sea sostenible, para lograr un control de tráfico inteligente, la optimización de aparcamientos en tiempo real, la iluminación de bajo consumo… también se eliminan las barreras arquitectónicas y se protege el patrimonio histórico. Y para una mejor gestión del medio ambiente existen sensores contaminantes y predicción meteorológica y alérgica.

Asimismo, y gracias al big data –almacenamiento masivo de datos procedentes de fuentes muy diversas que permite la toma de decisiones y saber de antemano lo que va a pasar–, es posible definir las rutas óptimas de recogida de basura en tiempo real, poder anticiparse a los atascos, detectar fugas y controlar la calidad del agua que se suministra en los municipios o conocer el sentir de los ciudadanos y turistas sobre la ciudad a través del análisis en tiempo real de datos procedentes de distintas redes sociales, web del ayuntamiento, call centers… para conocer cuáles son los aspectos prioritarios que están demandando y poder responder a peticiones de forma inmediata.

En el ámbito de las administraciones, se procura la transparencia, administración electrónica, gobierno abierto, atención al ciudadano… Por no hablar del sinfín de aplicaciones móviles que permiten ver la posición en tiempo real de los autobuses y la hora de llegada a las paradas, el volumen de agua que tienen los ríos, la agenda municipal, la disponibilidad de plazas de aparcamientos o el precio del combustible en las diferentes gasolineras.